¿Estoy muerto?... no lo sé... pero se siente como si lo estuviera.
Quisiera decir que el alba arriba por mi ventana, y que las primeras líneas de luz la atraviesan, pero no es así; el sonido metálico de algún aparato irrumpe imprudente sin ningún tipo de consideración el silencio sagrado que hasta ahora reinaba, solo demostrando cuán fútil es el intento de Sony Ericsson por componer una dulce melodía... Tengo algún estado de conciencia, pero no estoy vivo, sigo muerto, apenas la conciencia suficiente para odiar aquel sonido, apenas la conciencia suficiente para odiar lo que me espera.
Vuelvo a morir. No pude evitarlo...